(No sé a cuál de las cuestiones sugeridas en la tarea que ha generado esta entrada se adapta más a lo expresado en ella, quizá es una mezcla de varias…)
¿Qué es ciencia?
Escribía Mary Shelley, en su Frankenstein, <<¡qué extraña cosa
es el conocimiento! Una vez que ha penetrado en la mente, se aferra a ella como
la hiedra a la roca>>. Poco después, Sheridan Le Fanu enunciaba en su
relato Carmilla que <<la curiosidad es una pasión incesante e
inescrupulosa>> y, algo más de un siglo después, H.P. Lovecraft aportaba
su icónica frase <<la más antigua e intensa emoción del hombre es el
miedo, y la más antigua e intensa clase de miedo es el miedo a lo
desconocido>>. A partir de estas expresiones y combinándolas quizá
podríamos deducir que el conocimiento, alimentado por la curiosidad, es la
clave para enfrentarse a lo desconocido sin temer. Desde mi punto de vista,
esto está relacionado con la actitud de la ciencia de la que habla César
Tomé. Pero, si es así, si esa actitud no está sólo presente en el científico, qué
difícil es delimitar lo que es ciencia de lo que no.
A menudo el concepto mismo de ciencia trae a la mente probetas, experimentos,
batas blancas, laboratorios ordenados e impolutos…Un proceso metódico en el que
los científicos se sumergen por completo en su investigación ofreciendo estoicamente
su tiempo vital a esta empresa. Para Rui Pérez Montfort, ciertamente, esto no
supone un problema para el científico. ¿Podemos considerar, entonces, al
científico como solo una máquina que produce conocimiento? Esa sería una visión
deshumanizadora de la ciencia, aunque, el caso es que el científico, consciente
o no de ello, dedica realmente todo su tiempo: las ideas fluyen en su cabeza,
planea, organiza, se interesa; procesos que ocurren dentro y fuera del laboratorio.
Pero, realmente, esto es el método de la actividad científica, no la ciencia
misma.
En realidad, el científico se parece más a un detective. Revisa antecedentes,
formula hipótesis a partir de la información que consigue, reúne evidencias y,
a veces, cuando llega a un callejón sin salida, llega igual de frustrado a casa.
Cuando eso pasa, es el momento de replantear cuestiones en ambos casos, al
igual que cuando se consigue descubrir, probar la(s) hipótesis, es hora de
comunicarlo en ambos casos. Semejante actitud, de nuevo.
¿Qué diferencia a la ciencia, pues? Se podría decir que ninguna otra rama
del conocimiento puede generar tanta desconfianza ni se ve tan amenazada como
la ciencia. ¿De verdad es así? En este sentido, es un tanto deprimente haber comprobado
en el texto de Manuel Alfonseca lo poco que parece haber cambiado la situación
de la ciencia moderna en ¡20 años!, pero realmente, ¿es la ciencia la única “castigada”?
Vivimos tiempos en los que se niegan hitos históricos porque no son fácilmente
comprobables; en los que la “razón” está sesgada y en los que triunfan ideas
simples. Cantaba Francesco Gabbani al respecto: <<Risposte facili,
dilemmi inutili>>. Creo que el problema aquí está, volviendo al inicio de
esta entrada, en que vence más el miedo a lo desconocido que la curiosidad,
el ansia por saber, por conocer. La ciencia se convierte, de esa manera, en la
herramienta con la que los curiosos primates exploran, descubren y describen la
realidad.
Me gustaría terminar esta entrada citando al divulgador científico Ignacio
López Goñi: <<La ciencia es un bien humano que debe ser independiente de
cualquier ideología y debe estar siempre al servicio de la humanidad. La
ciencia es necesaria para el verdadero progreso, para asegurar la vida, la
igualdad y la dignidad del hombre.>>
Ecléctica colección de fuentes para elaborar un texto bonito e interesante.
ResponderEliminarLo fundamental del tema, que era animar a la reflexión, está conseguido.